Por: Guillermo Luna Castro. Profesor de Historia de Cuba. Editor del perfil en Facebook “Historiadores Espirituanos”
 
Duele todavía y lo hará siempre para quienes lo aman desde las entrañas, sin medias tintas, sin remilgos, sin calcomanías mentirosas, sin dejadez.
 
Duele cuando se piensa que fue el único que cayó en aquel combate infausto para muchos, todavía más cuando se le imagina soltar las amarras del caballo Baconao, el que le regaló José Maceo, que era brioso e hidalgo y que solo un buen jinete dominaría, para ir desplomándose poco a poco -el tiempo de los segundos nunca es el mismo para todas las cosas- hasta caer en la yerba quemada por el sol y ser arrastrado todavía un poco hasta yacer inerte; duele el disparo cobarde del que quiso revelarse como el asesino de cuerpos muertos; duele su captura ridícula, duelen los cinco entierros y el irrespeto de los ladrones de valores siempre a la caza de oportunidades para despojar, duele que la inexperiencia le haya hecho ir por ese camino infernal, duele la emboscada perfecta de los españoles, duele el peor combate, duele que hayan fabricado las balas para aquellos fusiles que dispararon, duele su chaqueta negra y el revólver de nácar, duele que le acusen de querer morir sin patria libre; pero no duele, al menos, el llamado del universo para que dejara de ser hombre y se convirtiera en Apóstol.
Duele Martí