Quiso la caprichosa historia que dos figuras entrañables para los cubanos, que vivieron en épocas distantes, quedaran unidas; más que por la coincidencia de la fecha en que nacieron; por una actitud ante la vida y ante la justicia.
El conocido por el pseudónimo de El Titán de Bronce, quien vendría al mundo en el indómito Oriente, el 14 de junio del año 1845. El Titán de Bronce, comenzó la guerra de simple soldado y terminó de mayor general. En más de 800 combates recibió 26 heridas. Peralejo, Mal Tiempo, Coliseo y Cacarajícara, entre otros batallas, testimonian su valor.
Fue, junto a Máximo Gómez, protagonista de la Invasión a Occidente en la Guerra de 1895. Durante la épica acción recorrió 424 leguas en 90 días, al frente de mil 500 hombres semidesnudos y pobremente armados, con los cuales les presentó combate a más de 20 mil soldados españoles. Este hecho suele considerarse como la mayor proeza militar del siglo XIX.
En lo político fue también un hombre de talento. “Maceo tiene en la mente tanta fuerza como en el brazo”, dijo de él Martí en un artículo publicado en Patria el 6 de octubre de 1893. Y ahí está para confirmarlo la Protesta de Baraguá, cuando se opuso virilmente al claudicante Pacto del Zanjón, que solo garantizaba paz sin independencia. Maceo cayó en combate el 7 de diciembre de 1896.
El Che, por su parte, nació en la argentina Rosario, el 14 de junio de 1928. Vislumbró desde pequeño que solo una revolución podía traerles la justicia a los desposeídos del mundo. Con aquella voluntad que, según sus palabras, “forjó con delectación de artista”, se impuso una profunda formación política basada en el humanismo, complementada con la profesión de médico.
En México hizo contacto con el Movimiento 26 de Julio dirigido por Fidel. Vino en el Granma y pronto la Sierra Maestra admiró sus cualidades de mando y dotes de guerrillero, cualidades que le propiciaron el honor de ser el primer rebelde ascendido al grado de comandante. Se impuso al asma y salió adelante. La reedición de la Invasión a Occidente corroboran su genio militar.
Después de 1959, cumplió importantes tareas políticas, en las que dio muestras de su brillantez intelectual y aguda inteligencia. Internacionalista por naturaleza y convicciciones, tomó de nuevo la adarga, porque “otros pueblos del mundo reclaman el concurso de mis modestos esfuerzos”. El Guerrillero Heroico, como lo llamó Fidel, murió en Bolivia, el 8 de octubre de 1967.
En nuestra provincia, numerosas escuelas, parques, hospitales e instituciones llevan el nombre de estos dos héroes. Maceo y Che andarán unidos por siempre en cuanta batalla anime la construcción de un mundo mejor.

Dos héroes, una fecha