Por: José Frnacisco Echemendía Gallego.
Hace exactamente 57 años, el 3 de febrero de 1962 mediante la Orden Ejecutiva Presidencial 3447 se implanta formalmente el “embargo” total del comercio entre Estados Unidos y Cuba, que tuvo antecedentes como la restricción de exportación de combustible a Cuba, la suspensión de operaciones de planta de níquel de Nicaro -propiedad del Gobierno de ese país-, la puesta en vigor de medidas generales prohibiendo exportaciones norteamericanas a Cuba, la ruptura de relaciones diplomáticas, la supresión total de la cuota azucarera cubana en mercado norteamericano para el año 1961 y el despliegue de una intensa maniobra en la OEA que culmina con sanciones y el rompimiento de relaciones diplomáticas de la mayoría de países latinoamericanos con Cuba. Desde entonces esta pequeña isla en el Caribe sufre los embates y agresiones del país más poderoso del mundo, empeñado en hacer fracasar el proyecto emancipador y socialista de la Revolución cubana.
En una constante escalada de medidas y leyes dirigidas a cumplir con el propósito expuesto por un funcionario del Departamento de Estado en abril de 1960: “La mayoría de los cubanos apoyan a Castro (…) no existe una oposición política efectiva (…) el único medio previsible para enajenar el apoyo interno es a través del descontento y el desaliento basados en la insatisfacción y las dificultades económicas”; se firma el 12 de marzo de 1996 por el presidente William Clinton, la Ley de la libertad cubana y solidaridad democrática de 1996, más conocida como Ley Helms-Burton por los nombres de sus principales promotores (el senador (Republicano) por Carolina del Norte, Jesse Helms, y el representante (Demócrata) por Illinois, Dan Burton; una ley abiertamente injusta, ilegal y extraterritorial.
El Título III de esta Ley había sido suspendido por las diferentes administraciones desde el año de su promulgación, precisamente por su carácter extraterritorial; sin embargo en fecha reciente (17 de abril), los halcones Bolton y Pompeo anuncian en tono amenazador un grupo de medidas que arreciarían el bloqueo contra Cuba por parte del gobierno de los Estados Unidos, refiriendo que “Con efectividad a partir del 2 de mayo, bajo el título III de la Ley Libertad (Helms-Burton), los ciudadanos estadounidenses serán capaces de entablar demandas contra personas que trafiquen con propiedades que fueron confiscadas por el régimen cubano….Después de más de 22 años de retrasos, los estadounidenses finalmente tendrán la oportunidad de hacer justicia”.
La respuesta del gobierno y pueblo cubanos no se ha hecho esperar, a partir de esa fecha las principales figuras de la política en Cuba se han pronuciado; su Presidente, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, expresó en su cuenta de Twitter @DiazCanelB: “El propósito de la Ley Helms Burton es asfixiar económicamente e imposibilitar el desarrollo económico de #Cuba, atacar a la soberanía de terceros países, y destruir a la #RevolucionCubana. La aplicación de la Helms-Burton no detendrá la marcha de los cubanos. #SomosCuba”; por su parte Bruno Rodríguez Parrilla (@BrunoRguezP), ministro de Relaciones Exteriores expresó en la propia red social: “#Cuba agradece amplio rechazo internacional de gobiernos, empresas y figuras en contra de la Ley Helms-Burton. Es una aberración jurídica, una flagrante violación del Derecho Intl., transgrede las reglas del comercio y es una agresión a la soberanía de Cuba y de terceros Estados”.
En esta isla irredenta, libre, soberana e independiente vive y trabaja por su futuro un pueblo, que desde hace sesenta años decidió por la opción del socialismo, un pueblo que ha demostrado estar preparado para enfrentar todo tipo de agresión, un pueblo decidido a llevar hacia adelante el proyecto social que construye día a día, dispuesto a lidiar con limitaciones, carencias, necesidades, obstáculos impuestos desde el exterior y con nuestras propias falencias; un pueblo que no se rendirá, ni claudicará ante las amenazas y presiones del imperialismo norteamericano y sus lacayos en diferentes latitudes; un pueblo que cuenta con la solidaridad de muchos pueblos y gobiernos del mundo, un pueblo que está convencido de que le asiste la razón, y que el único resultado posible de su viril postura es la VICTORIA.

Otra vuelta a la tuerca, ¿y qué?

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