Por: Guillermo Luna Castro. Profesor de la UNISS
 
En medio de mentiras y manipulaciones atroces sobre las revueltas y manifestaciones del 11/07, la verdad parece huérfana. Aquí la mía:
 
· Solo una persona idiota, necia, políticamente analfabeta, fanática opositora, mercenaria o interesada en destruir la revolución piensa que lo sucedido no fue organizado milimétricamente por los círculos de poder norteamericanos y sus acólitos; para acabar con la revolución.
 
· La base de apoyo de esta guerra está en los cubanos-americanos-extremistas, enemigos originales de Biden y después aliados aprovechados para que éste siguiera una política dura, y la contrarrevolución anexionista.
 
· Participaron también confundidos, cansados, desilusionados – verdaderos objetivos- a los que se debería tratar como a la seda –si no tienen hechos vandálicos- porque no son el enemigo.
 
· Es asqueroso que algunos cubanos solicitaran que su país fuera invadido por EE.UU., precisamente quien con su bloqueo fascista crea las premisas para estos hechos.
 
· La revolución tiene legítimo derecho a defenderse, como mismo hacen todos los países con su sistema político.
 
· Asimismo la revolución tiene que ser siempre ejemplo de cómo se defiende, -con inteligencia, anticipación, equilibrio, justeza- para neutralizar a terroristas y delincuentes que destruyen; mientras legitima el derecho a manifestarse y expresarse libremente.
 
· Aunque la Constitución NO establece el derecho del pueblo a la información y la Internet, solo la declaración oficial de una “Situación Excepcional” justificaría la eliminación de ese derecho humano.
 
· Fue absurdo que el gobierno cubano tomara medidas obvias, oportunas y lógicas solo después de revueltas.
 
· La revolución cubana deberá defenderse a cualquier precio, hasta con las uñas; pero igual es imprescindible el: consenso, democracia participativa real, prensa revolucionaria crítica, reflexión libre, igualdad de oportunidades, gobierno antiburocrático, eliminación de los privilegios y unidad práctica.
Cuba: ser o no ser