Por. Guillermo Luna Castro. Profesor de Historia en la UNISS
Tomado del perfil en Facebook “Historiadores Espirituanos”
 
La historia se va construyendo todos los días, pero la memoria de ella puede perderse, lo que sería una barbaridad, o fundarse en cada momento de la vida patria; que es lo que hacemos aquí.
 
Espacios tenemos todos los días que desperdiciamos por inmadurez o desidia, que para el caso es lo mismo, para preguntarnos qué, cuándo, cómo, dónde, por qué sucedieron los hechos que hoy son historia; no sólo para recordar; sino sobre todo para pensar, con cabeza propia, sobre lo que antes fue y que hoy moldea nuestra realidad.
 
Hoy festejamos el nacimiento de una de las personalidades más extraordinarias de nuestra historia, aquel mulato fornido que no claudicaba ante la venalidad y el cosquilleo de la traición y de ahí su protesta fecunda que lo inmortalizó y cuya lucha y pensamiento hoy deberían ser base de lo que queremos hacer.
 
Triunfó él en su tiempo, por encima de la miseria humana, al entregarlo todo por sus sueños de redención, por lo que sigue siendo pionero que todavía tiene que decirnos muchas cosas para no enredarnos en las madejas de la estupidez humana.
 
Se convirtió, a fuerza de empeño, talento y decisión, en combatiente legendario, líder imprescindible y pensador trascendente.
 
Por eso hoy es un día de fiesta, de aperturas e hidalgos que andan erguidos y no de quienes se escudan en los mitos para aderezar sus objetivos; día para hacer victorias de todas las vidas comunes desde la asunción del Titán de Bronce, que es mucho, para fundar lo nuevo y no achicar lo que fue; día para tenerlo desde su mirada crítica y no para alabarlo con moldes infecundos, día para conocerlo, desde su magnífica e imperfecta obra de hombre y no para encumbrarlo desde la apología que desgasta y muerde la verdad que debemos construir.
Maceo, machete y pensamiento