Autor: Israel Acosta Gómez

 “La patria es dicha, dolor y cielo de todos y no feudo ni capellanía de nadie”.
                                                                                                                  José Martí

Fidel, es nuestro, es de la Patria, con todo su cielo: “El que supo derrotar a sus enemigos y sobrevivió a cientos de atentados contra su vida debido a su posición firme en contra del imperialismo”, así nos habló Jacob Zuma.

Es un gran hombre que no solo triunfó en el Moncada, en el Granma y en la Sierra, sino que ha sido invicto entre los invictos; cabe expresar cuánto dolor el pueblo y el mundo siguen, el dolor “se multiplica, se comparte entre miles, y centenares de millones”. Hoy no solo cabe llorar, sino más, hacer, crear, construir Pueblo y Patria; así cierta vez Chávez expresó: “…Patria, Patria, Patria querida, tuyo es mi cielo, tuyo es mi amor…”, así sentimos al Comandante con todo el amor de la Patria.

En su discurso, nuevamente Zuma asintió con total certeza: “…El compañero Fidel desplegó tropas de combate, asesores militares y equipamiento para defender a Angola de una invasión lanzada por las fuerzas de defensa de la Sudáfrica racista, que estaba respaldada por las fuerzas locales negativas…”, nos demuestra con claridad que Fidel asumió la lucha, como consigna, como modo único para vencer, y su firme convencimiento de ayudar, con ese profundo sentido humanista, que siempre lo describió, y su alto sentido de protección a los países en pugna y desprotegidos.

“Fidel, qué tiene Fidel, que los imperialistas no pueden con él…”: lema de emancipación y demostración que ha identificado a una nación, a todo el mundo, que sabe que Fidel no precisa de cargos para ser quien es, porque Fidel es Fidel, el amigo y compañero inseparable de todos.

Así nos afirmaba Luis Ferre, el político y músico puertorriqueño: “La Patria no se cultiva ni se enriquece, ni se hace grande con el grito. Porque el grito no convence. El grito no entra dentro de la razón humana. Solamente la razón puede convencer con sus argumentos…”, y esa sentencia de lucha, la de convencer con sus argumentos, fue la causa por la que Fidel triunfó, y triunfó como vencen los grandes, así, fuerte, victorioso, y útil, porque cuando se convence con los suficientes argumentos que demuestran que un pueblo vale, que un pueblo siente, que un pueblo se sacrifica, es porque su pueblo reconoce que su líder, vale; y sí, Fidel vale, porque nos los ha demostrado, porque con la utilidad de la virtud, ha entrado ya para siempre en los portones de la Historia, como expresaba Juan Gelman, el reconocido intelectual argentino:

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“yo lo vi con oleajes de rostros en su rostro

la Historia arreglará sus cuentas allá ella

pero lo vi cuando subía gente por sus hubiéramos

buenas noches Historia agranda tus portones

entramos con Fidel con el caballo”

Jacob Zuma, expresó una vez más, con total contundencia: “…La muerte del compañero Fidel es una pérdida dolorosa para el pueblo de Sudáfrica. Él estuvo al lado nuestro en solidaridad y respaldó la lucha, incluida la campaña internacional para aislar al régimen del apartheid. Sabíamos que podíamos confiar en Cuba, un amigo y un aliado de los oprimidos”, y cuando se confía en un amigo, en un líder, se nos va la vida, se lo damos todo, porque quien merece, como quien vale, gana, vence, vive.

La vida de un hombre genio, de un hombre masa, de un hombre idea, de un hombre mundo, se siente, como se siente la muerte, aunque la muerte no sea cierta cuando se ha cumplido con la hazaña de cada victoria, cuando se ha cumplido con el sueño de transformar lo que se debe, lo que hace falta.

El político y pensador indio Mahatma Gandhi explicaba en torno a la muerte: “La muerte no es más que un sueño y un olvido”, así solo debemos pensar y hacer saber que Fidel no ha muerto, porque permanece en la continua lucha de los pueblos oprimidos, de los pueblos que desean la paz, como el derecho más inalienable de los derechos de la humanidad; pero la muerte existe allí, donde todo es perfecto, ¡qué enojo saberlo; en sus palabras, el escritor francés Jean de la Bruyere nos pronuncia: “La muerte no llega más que una vez, pero se hace sentir en todos los momentos de la vida”, y la muerte del Comandante en Jefe, se sentirá por toda la vida, aunque la muerte esté allí, sí, allí donde cabalgan los que luchan por vencer.

“…Todo hombre está obligado a honrar con su conducta privada, tanto como con la pública, a su patria”, Martí lo dijo; Fidel nos honró con ofrecernos Patria, un honor conquistado y que hoy tenemos que salvaguardar, nadie puede olvidar que si hoy somos un pueblo justo, es porque Fidel conservó lo de útil que posee una nación, su Patria, su sangre.

Deseo concluir con una sentencia que ha de guiarnos, de ahora en lo adelante en la construcción permanente de nuestra sociedad, y en el recuerdo perenne de su hijo más impetuoso, así nos decía Max Ernest, pintor y escultor alemán: “No puede haber una revolución total sino una revolución permanente. Como el amor, es el goce fundamental de la vida”.

Fidel, nuestro Comandante en Jefe, nos legó una Revolución encendida con la llama más ardiente, que es la del sacrificio y la generosidad profundas.

Fidel es la Patria, ¡Fidel es de todos!