Cientos de sexagenarios que formaron parte del los cinco primeros contingentes del Destacamento Pedagógico “Manuel Ascunce Domenech”, procedentes de La Habana, Cienfuegos, Sancti Spíritus y Villa Clara, se dieron cita en la Ciudad del Che para revivir una juventud que no los ha abandonado, a pesar del tiempo,  y celebrar la fundación de la colosal obra educativa ideada por el Comandante en Jefe Fidel Castro en 1972, el pasado sábado 16 de abril.

El primer ejercicio colectivo fue visual, para entre canas y nasobucos, reconocer rostros y  figuras que estuvieron juntas en las aulas universitarias, o en las escuelas en el campo donde se formaron como profesionales de la docencia, bajo un proyecto único, que aún  sigue vivo y fuerte entre todos, porque lo que significó estudiar y trabajar paralelamente, no se ha olvidado todavía, late al compás del corazón de los que estaban reunidos allí.

Luego vinieron los fuertes abrazos, los apretones de manos, las risas, las anécdotas de los viejos tiempos, de los hijos, de los nietos, las fotos de pequeños y grandes grupos, según fueran encontrándose, y su publicación en las redes sociales como evidencia de una realidad conmovedora e imperecedera.

No faltó alguna que otra lágrima que la emoción no pudo controlar, ni preguntas como: ¿quién eres tú?, quítate el nasobuco para verte bien. Tampoco las exclamaciones de: ¡Pero si estás igualito, no has cambiado nada!, o ¡a ti los años ni se te notan! ¡te ves muy bien!

El intercambio daba la impresión de que aún, a pesar de los años transcurridos, cada uno de los presentes vestía el uniforme azul oscuro y gris, con el  monograma que los identificaba en la manga izquierda de su blusa o su camisa, como si medio siglo no fuera tiempo suficiente para modificar la apariencia física, pero sí incapaz de cambiar la esencia que los llevó a formar parte del llamado de Fidel.

¡Ya son 50 años! Se dice y no deja de ser una frase corta, muy breve en su estructura, pero tan abarcadora en su esencia que sería casi imposible acopiar, en páginas digitales o impresas, las historias de vida de los más de cuatrocientos profesionales que, juntos otra vez, siguen dándole vida a la educación cubana.

Un destacamento al que el tiempo no ha podido robarle su juventud